Cuando pensamos en Mariquina de inmediato conectamos la imagen del magnifico valle que un día alucinara a Pedro de Valdivia; “tierra de gran fertilidad e inigualable belleza” cita algún texto.
Deambular con la imaginación el Valle de Mariquina nos lleva a encontrarnos con un pedazo de historia en cada lugar, en cada esquina; su riqueza patrimonial nos habla de comunidades indígenas y su cultura, de los recintos sagrados para el nguillatún en los sectores de Puringue Pobre y Maiquillahue, los cementerios indígenas, las Minas Madre de Dios en el sector de Pumillahue (lugar de mucho oro), el histórico Castillo San Luis de Alba y el apreciado Santuario del Río Cruces. Belleza y encanto. En este mismo contexto, queremos mencionar la figura que emerge de una mujer mapuche, Racloma, bella y fabulosa, símbolo de la unión de dos razas diferentes, ante las cuales, en un momento determinado, ella sería mediadora en pos de evitar un enfrentamiento. Belleza y valor.
Cuando pensamos en Mariquina, nos encantamos –también- con los rumores de narrativas tradicionales, leyendas, mitos, canciones y de topónimos de ascendencia indígena de gran riqueza aún por rescatar. Luego, transitar por las calles de San José, es encontrarse con grandes casonas, con parques y jardines al borde del Río Cruces, con edificios, como el del Seminario Mayor San Fidel y Sanatorio Santa Elisa, la Iglesia en la plaza. Y también, al pensar en Mariquina, nos hacemos al perfume del mar, dada su ubicación costera, que representa el pórtico a la belleza del Océano Pacífico, con playas besadas por las olas, y lugares especiales como Pichicuyín, Cheuque, Mehuín Bajo, Mississipi y Chan Chan, entre otros.
Y así MOSAICO, pensó y llegó a Mariquina, originalmente llamaba “Mariquinga”, que significa en mapudungun “Diez linajes o diez apellidos”, llegó específicamente, a la ciudad de San José con su exposición itinerante “Imágenes y Palabras, Deambulando entre Comunas”, el lunes 6 de octubre y se quedará hasta el 11 del mismo mes; inauguró en la Sala de Exposiciones de la casa de la Cultura, ante la presencia del Administrador Municipal y Alcalde subrogante don Carlos Barriga; encargada de Cultura señora Verónica Aguilar; artesana local, señora Ángela Riquelme con su hermosa cestería voqui-pil pil que incorporó a la muestra; integrantes del Curso de Artesanía en Lana de Prodesal; alumnos y alumnas del 3° medio del Liceo San Luis de Alba junto a su profesora de lenguaje, entre otros invitados. Para ellos nuestro sincero agradecimiento.
Por último, decir, estuvimos allí sólo una tarde, tiempo suficiente para conocer la amabilidad de la gente, y, conocer y rescatar la energía y valor de sus habitantes, ante la férrea defensa de su patrimonio natural y el desafío que significa la recuperación ambiental del Humedal del Río Cruces, del cual esperamos, algún día, junto a ellos, volver a contemplar a los cisnes de cuello negro anidando en el Humedal.
Hilda Gallegos-Bertuline