martes, 23 de junio de 2009

We Tripantu

Nota de Pedro Inalaf Manquel
Profesor–Antropólogo
Colaborador Grupo Mosaico
Junio -2009



EL AÑO NUEVO EN EL HEMISFERIO SUR


• Mara T'aqa -o Año Nuevo Aymara-
• Inti Raymi los pueblos autóctonos del Perú
• We Tripantu: Nueva salida del sol, Año Nuevo en la cultura mapuche

Lo anterior surge de diferentes procedimientos para dividir el año en estaciones, frente a los cuales se pueden mencionar:

1. El método astronómico o tradicional: basado en los acontecimientos astronómicos relacionados con la posición de la tierra respecto al sol.
2. El método meteorológico, que se basa en acontecimientos climáticos, sobre todo en la temperatura.
3. El método fenológico, basado en acontecimientos relacionados con los cambios en la naturaleza al pasar el tiempo (fauna y flora).
4. El método tradicional asiático/irlandés, basado en la insolación o radiación solar.

Sin entrar en mayores detalles, tenemos que en un período del año, en el hemisferio norte, se produce el afelio, el punto donde la tierra se encuentra más alejada del sol, a su vez la velocidad de traslación del planeta es mínima, posteriormente se inicia el acercamiento hacia el sol, producto que la órbita elíptica tiene su base en el movimiento de traslación de la tierra alrededor del sol, lo cual genera las estaciones del año; en esta oportunidad la dinámica astronómica se inicia provocando el día más corto y la noche más larga del año; provocando el inicio de cambios climáticos, ecológicos con el correspondiente impacto en la vida animal y vegetal. De este modo bajo una perspectiva astronómica, respecto a clasificación del año en estaciones, da como resultado lo siguiente:

A.- Primavera en el hemisferio norte: trimestre con ascenso de temperatura marzo, abril y mayo
En el hemisferio sur: septiembre, octubre y noviembre.

B.- Verano en el hemisferio norte: trimestre con mayor temperatura: junio, julio y agosto.
En el hemisferio sur: diciembre, enero y febrero

C.- Otoño en el hemisferio norte: trimestre con descenso de temperatura septiembre, octubre y noviembre.
En el hemisferio sur: marzo, abril y mayo.

D.- Invierno en el hemisferio norte: trimestre con menor temperatura diciembre, enero y febrero.
En el hemisferio sur: junio, julio y agosto

La observación de los cambios que experimenta la naturaleza, tiene su repercusión en los fenómenos sociales y culturales de las sociedades autóctonas del hemisferio sur: en la filosofía de vida (forma de clasificar y jerarquizar los períodos de tiempo, darle significado y sentido), en la forma de vivir, pensar y sentir de esto emerge una concepción respecto a lo temporal.

En la sociedad mapuche el We Tripantu, salida del nuevo sol (regreso del sol o solsticio de invierno: wiñol antu) sucede en el tiempo del Pukem, estación del invierno; aquí la Ñuke mapu (madre tierra) está en su proceso de renovación de fuerzas; este momento cúlmine en la transformación del tiempo, el Newen (fuerza) se manifiesta en el Mawun (la fuerza de la lluvia). Se inicia el ciclo de la naturaleza, donde las semillas y plantas comienzan su germinación y brote.

Este día, de importancia para la vida, es conmemorado por medio de diversos ritos, tales como el Yeyipún; ceremonia del atardecer donde familias y grupos de amigos se preparan para celebrar el We tripantu; en él participan los kuifikeche (ancianos), los wekeches (jóvenes) y pichikeche (niños), compartiendo Kimun conocimiento, Weupin historia, nglam (consejos) aukantun (juegos), ayekan, (música) purrun (bailes). Se apadrinan niños, se perforan las orejas de las niñas para colocarles aros, etc. Se comparten alimentos tales como: muday, kako, multrun, ilo kawello, kurram, murke, yiwin kofke, rmul kofke, etc.

Al amanecer se realiza la purificación del cuerpo y del espíritu de cada persona a través de un baño en el lafquén (mar-lago) o leufu (río) o trayenko (estero).

Lamentablemente con la llegada de los españoles se produjo una confusión con el fenómeno de San Juan, tanto para los españoles como para los indígenas; de esto modo en la actualidad muchas comunidades indígenas celebran San Juan, pero intrínsecamente se refieren al We Tripantu.

Un dato importante es que los actos conmemorativos en las diferentes comunidades tienen sus matices respectivos, producto de la mayor o menor influencia de otras culturas, la presencia o ausencia de algunos recursos naturales, las posibilidades de reunirse, el mayor o menor entendimiento de la legislación y de la administración global para permitir que las personas tengan la oportunidad de organizarse, reunirse en torno a este acontecimiento que afecta a todo el hemisferio sur.

Períodos posteriores al we tripantu:

El Pewu (tiempo de brotes) o primavera, en que las plantas dan sus primera hijas y flores. También es época de crianza de animales y aves. La naturaleza se encuentra con su máximo proceso de producción.

La tercera etapa se le conoce con walung (tiempo de abundancia) o verano, y en su inicio se realizan los primeros nguillatun para dar gracias por la abundancia de frutos y alimentos recibidos durante la cosecha.

El cuarto ciclo de la naturaleza se conoce como Rimu (descanso de la naturaleza) u otoño. También se realiza nguillatún para dar gracias por lo recibido, por la salud de las familias, y para pedir a Ngenechen que el nuevo ciclo a comenzar se como el anterior. De este modo existe un conocimiento de cuatro etapas o períodos de la naturaleza, en la cual se realizan distintas actividades dependiente una e otra.

Finalmente es necesario destacar que la vida mapuche, en cuanto a su cosmovisión plantea que nada existe al azar, todo obedece a un principio ligado a la religiosidad, al orden de la naturaleza; toda actividad desarrolladas obedece a un rito, ya sea la comunicación, el hablar, viajar, trabajar y desarrollar actividades de tipo familiar o religiosa.

martes, 2 de junio de 2009

Palabras a Pablo Flández Mena de Pelusa de van de Maele

“Le conocí una tarde en una sala de la Facultad de Bellas Artes, el profesor Ricardo Mendoza, me había invitado como alumna libre.
Ahí estaba serio, concentrado. No dejaba escapar detalle. Hilaba calmadamente cada gesto, de la modelo. Terminada la clase, miré su pintura. Estaba plena de colorido, la pincelada certera. ¿Cómo te llamas?, pregunté. Pablo, -respondió- con esa humildad que lo caracterizaba.
Nos hicimos amigos. Solía llegar a mi casa, no importando la hora, con otros pintores, ahí estaba, con su hermosa sonrisa. Prendía yo, la chimenea mientras se corrían los sillones y comenzábamos a pintar y pintar...
¿Cómo encuentras este cuadro, le preguntaba. Horrible, -respondía- no lo expongas...era mi cable a tierra.
En una ocasión debía montar la Exposición de los 125 Años de la Colonización Alemana, en Frutillar.
Fui a casa de Pablo. Me atendió Gilda, su esposa. ¿Podrías prestarme tu marido por una semana? – le pregunté. Llévatelo, me respondió.
Ese día, con mi marido esperando en la camioneta, nos raptamos a Pablo.
En ningún momento preguntó a donde lo llevábamos...
El Alcalde, don Rubén Münzenmeyer, nos dejo en unas cabañas, para nuestra estadía. A las 8 de la mañana, nos recogía una camioneta, para llevarnos a nuestro lugar de trabajo. El primer día era tan ardua la tarea, que nos olvidamos de comer...
Pablo estaba feliz Los objetos antes de tomarlos, ya nos hablaban, emocionándonos. Quise contar esta anécdota porque Pablo, durante una semana trabajó en forma increíble. La exposición fue un éxito, gracias a él.
Tuve la posibilidad de pintarlo.
De pie, un brazo afirmado en un sillón, la cabeza un poco inclinada, su rostro, bello, con esos ojos serenos. Era todo tan armonioso en él, tan diáfano, que temía “quebrar ese momento...”
Tomé los grises prestados al cielo valdiviano, que él tanto amaba, para poder plasmar su Valdivia, así, su pelo, su camisa todo, llevaba el sello, suave, de su entorno...
Soy yo -me dijo- al mirar su pintura. ¿Cómo me pintaste así? añadió. Porque tú no te das cuenta, pero donde vas, dejas algo limpio, rompes esquemas. Estabas sereno, de pie, como si tu andar por la vida fuese tenue, por no molestar a los demás, Pablo...
Se llevo el cuadro. El, que era un maestro, sólo que lo aceptara, ya era un honor.
Vaya desde aquí, mi más sentido pésame para su abnegada esposa Gilda, sus hijos y su señora madre. La comunidad valdiviana está de duelo, pero llevará siempre, anidado en el corazón a un joven pintor que supo conquistar el éxito, con su talento, y que, como los grandes hombres, comulgó con la bondad.
¡Gracias Pablo, te seguiremos queriendo...!